El tema de la Navidad en Estados Unidos y en especial en Nueva York, es todo un suceso. En lo personal, éste año me ha costado un poco más de trabajo darme cuenta que ya estamos en épocas decembrinas, pero eso no quita que a donde uno dirija la mirada, haya algo festivo a todo color.
Empecemos por el maldito frío. Sí, me vale, hace frío y es maldito. Yo solía decir que amaba el frío por el tipo de ropa que se usa, porque te dan ganas de estar acurrucadita en tu cama, cafesito y la cuestión. Claro.
Acá tengo que estar como vil esquimal sin poder moverme mucho porque entre que traigo los guantes, el abrigo, abajo la chamarra, las orejeras, no puedo más que hacer malabares cada que quiero tomar una foto o simplemente abrir una puerta. A todo esto, agrégale el temido viento. Ya me di cuenta que yo en Chicago no podría vivir, porque literalmente mis ojos terminan llorando de tan secos que están, mi cabello es una maraña, y mis dedos de las manos están al borde de romperse de tan congelados.
Esa es la única parte que digo: chin, el frío en Guadalajara es más a gusto.
A pesar de todo el sufrimiento invernal, hay una parte que me hace sonreír y trabajar mi cuello a cada rato porque hay cosas que ver en todas partes!
Hagamos un trabajo de imaginación. Sitúense en Nueva York, año 2012. Van caminando sobre la calle de Broadway haciéndose paso entre todas las personas que hay, la mayoría de ellas cargando las bolsas de sus compras, ya sea de Michael Kors, Sephora, J. Crew, Macy’s, etc. Todo es amigable, la mayoría está sonriendo. De repente, escuchan unas coquetas campanitas al son de una canción navideña. Oh sorpresa que justo a la orilla de la banqueta hay un señor vestido de traje y con un sombrero muy peculiar tocando una campanita mientras baila y sonríe, esperando las donaciones de las personas que pasen. Imaginen que baila con The Beach Boys de fondo.
Ustedes se alegran. Siguen caminando. Las decoraciones son increíbles. Justo afuera del edificio de McGraw Hill (el que se usó para The Devil Wears Prada), y cruzando la calle de Magnolia Bakery (Carrie y Miranda de Sex and the City iban ahí) ustedes divisan unas enormes esferas rojas navideñas. Están vistiendo la calle de una manera muy elegante, sirviendo de fondo para muchas personas que se quieren tomar fotos. Unos pasos más adelante, hay unos focos de arbolito gigantes también; todo esto enmarcado por los cientos de árboles que bordean las calles vestidos de lucecitas blancas que despiden una magia un tanto difícil de plasmar en fotos.
Es muy notoria la sensación de felicidad y calma emocional, donde no importa todo lo que caminas o las veces que te tropiezas con los peatones. Todo eso pierde importancia porque tú estás feliz de que hay un sentimiento universal de alegría, humildad e igualdad. Te sientes ligero, como que fluyes junto con el ambiente que te hace sonreír sin que te des cuenta. Las palabras navideñas salen naturalmente de tu boca cada que compras algo: ‘Merry Christmas to you too!’. Sientes un impulso de abrazar a la gente, de ayudar a los ‘homeless’, saltar, organizar un flashmob y cantar cual musical para que todos se te vayan uniendo poco a poco en las calles neoyorquinas.
Obviamente que no hago todo esto que pasa por mi mente, pero se queda dentro como en una botellita que va despidiendo buenas vibras. Eso es lo que, en conjunto, hace el espíruto navideño en Nueva York.
Pienso que no puedo dejar pasar este momento, y a falta de fotógrafo personal, siempre volteo con alguna persona que esté pasando cerca y le pido muy amablemente que me tomen una foto. En estos lugares, todos terminamos siendo fotógrafos o ayuda vial. Por lo mismo, la otra persona acepta ayudar y al terminar ambos sonreímos diciendo ‘Merry Christmas!’.
Qué momento tan agradable.
Hay algo que a mí me sigue sorprendiendo no matter what: el nivel de ventas, marketing, ofertas y demás, es impresionante. Jamás había vivido tanto sentido de compra, y sobre todo online. Todas las tiendas tienen mega promociones, los mostradores están hermosamente decorados que incluso son un punto de atracción en la ciudad. Uno que me gustó mucho fue Fendi en la Quinta Avenida, ya que quién sabe cómo, simularon estalactitas de hielo en la fachada.
Todo es ‘Buy’, ‘Sale’, ‘Promotion’, que terminas queriendo hasta lo que no necesitas. Una cosa también a considerar es que Nueva York es el centro de la moda, así que básicamente te quieres comprar toda la ropa habida y por haber.
Se respira, se huele la Navidad entre las compras, la gente, las sonrisas, los sonidos, el frío y la vida que sigue su curso pero ahora con la cerecita en el pastel que es el saber que se acerca una fecha muy especial, culpable de que las casas y calles estén preciosamente decoradas con lucecitas y árboles navideños.
Me imagino lo que me depara para Año Nuevo…